El trabajo informal en nuestra ciudad nos lleva a pensar en la desigualdad social que en los últimos años ha aumentado. Una anciana que en vez de estar consintiendo a sus nietos se recuesta en el orgullo de poder seguir viviendo. Su coche de dulces es ahora el hijo que la acompaña todos los días. Ella vende bombones, galletas y cigarrillos, de eso vive como si fuera un milagro. La pobreza en Colombia tiene muchos años, y esta mujer también.
